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sábado, 13 de mayo de 2023

La araña Rosita

La araña Rosita vivía en el jardín, en medio de las flores. Tenía un lugar para dormir y su perfecta telaraña estrategicamente ubicada en un macizo de flores bajo un árbol.

 Rosita se despertaba por las mañanas y se acercaba a su lugar de desayuno, una buena provisión de mosquitos la esperaba. Cuando llegó esa mañana su tela estaba destrozada por completo.

-¡Qué fastidio!- Exclamó.

Con toda la razón estaba de mal humor la arañita. Realizar una telaraña supone un enorme gasto de energía para ella. La tela se forma a partir de la seda que la araña produce y biosintetiza a través de sus glándulas de hilado que tiene en la parte posterior del abdomen. Se requiere gran cantidad de proteínas para la formación de la seda que utilizan en la red pegajosa de captura.

Volvamos a Rosita y su enfado:

-Tendré que comenzar a trabajar de nuevo para poder comer- dijo contrariada.

Realizó su trabajo y se retiró a descansar. Al día siguiente volvió y se encontró lo mismo, su tela destrozada. En ese momento una ardilla saltó para subir el árbol.

-¡Eres tú!- Gritó Rosita -¡Baja, que tenemos que hablar!

La ardilla bajó sorprendida y preguntó:

-Qué te pasa, arañita, por qué estás tan enfadada?

-Todas las mañanas me encuentro rota mi telaraña y no puedo comer. Eres tú cuando subes al árbol.

-Perdona, no soy consciente, tengo mi nido arriba y subo corriendo.

-Bueno, te perdono- dijo Rosita -pero solo si me prometes subir por el otro lado del tronco a partir de ahora.

-¡Claro! por supuesto subiré por el otro lado, no te preocupes.

Al día siguiente en cuanto amaneció, la araña se dirigió al lugar de su tela y vió con alegría que su trabajo estaba intacto y lo mejor, con una gran provisión de comida.


jueves, 9 de diciembre de 2021

El bosque se viste de blanco


 La ardilla Ardy se afanaba en recoger nueces y bellotas del bosque. Un montón de frutos se agolpaba a la entrada de su refugio. Un hueco en el tronco de un viejo roble servía de vivienda a la ardilla desde hace años.

Su vecino el buho Uho la observaba desde lo alto del roble, su vivienda estaba situada un poco más alta que el hogar de Ardy, compartían el viejo roble, su casa también era acogedora y cálida. Ardy lo vió y le dijo:

-Buenos días Uho! 

-Buenos días Ardy! respondió el buho.

-Parece que va a empezar a caer nieve- siguió diciendo la ardilla. -Voy a meter mis provisiones en casa, espero que me dé tiempo, si la nieve las cubre ya no me servirán.

Uho se había dedicado toda la noche a cazar y tenía la despensa llena. Ahora su intención era tumbarse a descansar dentro de su casa, por eso le contestó a modo de disculpa:

-Tengo que ordenar mi despensa, de buena gana te echaba una mano, pero no puedo- Y acto seguido se metió dentro.

Ardy observó el montón de bellotas y nueces y suspiró resignada, tendría que apurar el trabajo. Empezó a coger las provisiones que podía abarcar y trepar por el tronco hasta su refugio. Mientras ascendía un copo grueso de nieve cayó sobre su hocico, y luego otro y otro y otro... así hasta que un manto blanco empezó a cubrir el bosque.

Uho dormía placidamente sobre una mullida cama de hojas secas cuando una ráfaga de ventisca fría llevó copos de nieve hasta su pico. - Vaya!- exclamó, se había olvidado de cerrar la puerta y al levantarse a cerrarla vio la gran nevada que empezaba a cubrir el bosque. Se asomó y vio a su vecina afanada en guarecer sus provisiones, sintió lástima y voló hasta el suelo.

-Vengo a echar una mano- le dijo. Con sus alas apartó la nieve que cubría las bellotas y nueces. Cogía en sus garras un fruto y volaba hasta la casa, la ardilla trepaba con dos. Al poco rato ya estaba todo el montón a buen resguardo.

-Muchas gracias, vecino, sin tu ayuda no lo habría conseguido- dijo agradecida Ardy.

-Perdona, pude hacerlo antes- confesó Uho - pero estaba cansado y me acosté un rato.

-No importa- siguió diciendo la ardilla -lo importante es la acción final.

Si entre todos nos ayudamos cuando es necesario, los problemas se resuelven más facilmente.



jueves, 16 de enero de 2020

Los duendes del bosque

Para despertar el amor por la naturaleza en un niño no hay nada mejor que crear un ambiente mágico en la imaginación del pequeño.

En los bosques viven duendes cuya función es proteger la naturaleza, pero su trabajo es tan secreto, que están ocultos y solo nos dejan señales para que sepamos que están ahí.
Durante el paseo por el bosque encontramos un montón de hojas secas apiladas, los duendes las han dejado para que los animales puedan regogerlas y construir sus refugios invernales. En otro rincón vemos como crece la hierba rodeada de flores silvestres, por supuesto, los duendes cuidan del jardín del bosque, es alimento para pájaros, abejas, corzos y otros animales. Seguimos con nuestro paseo y observamos como el musgo aparece revuelto, los duendes de nuevo facilitando a los pájaros la construcción de sus nidos. 
Atención! hay un murmullo cerca del riachuelo y nos parece ver movimiento en el bosquete más denso... Claro! un duende nos ha visto y corre a ocultarse, no puede dejarse ver, se acabaría el secreto...

viernes, 6 de diciembre de 2019

La estación

En un lugar de Galicia tres niños acaban de quedar huerfanos de padre. Su vida va a cambiar, especialmente para uno de ellos.
En sus apenas cinco años de edad no es consciente de la dimensión de la pérdida que se ha producido en la familia. Hasta ahora su corta existencia y su mundo era la estación de trenes.
Sentía admiración por su padre, le gustaba despertar temprano y correr a la habitación, allí se quedaba observando como vestía aquel uniforme con aquella gorra que le daba autoridad. El jefe de estación debía controlar todo lo que pasaba en su territorio,  es quien permite la salida de los trenes.
Corría de vuelta a su habitación y subido a una silla alcanzaba a ver como su padre dirigía aquellas máquinas. La casa donde vivían estaba dentro de aquel mundo fascinante. 
El ruído de la máquina resuena sobre el camino de hierro, el vapor de las calderas tapa la vista de la ventana y solo alcanza a oír el silbato de locomotora, es hora de volver a la cama.
Un día todo cambió y el pequeño tuvo que despedirse de aquel mundo mágico. Por última vez se subió a la silla y con tristeza miró a través de la ventana, esta vez no vio la figura con uniforme que lo saludaba, solo el tren alejandose lentamente a lo largo del andén...

In memoriam  Veda López Guinez
(Mi abuelo paterno fue jefe de estación, a él dedico este relato)

domingo, 16 de diciembre de 2018

La magia de la Navidad

El viento arroja los grandes copos hasta que chocan contra la ventana. Me quedo un largo tiempo observando como se deslizan ya convertidos en aguanieve sobre el cristal.
Anochece en la aldea y las luces comienzan a iluminar las ventanas de las casas vecinas.
Paseo la mirada sobre los campos, empiezan a cambiar su color verde por un blanco inmaculado. Un escalofrío recorre mi espalda y me apresuro a vestir el cálido suéter que cuelga en la silla.
Los troncos apilados esperan su turno para arder en la chimenea, me emociono al tomar en mi mano ese pedazo de madera, pienso en el generoso árbol que cede su parte para hacer más llevadero nuestro invierno.
Todo es novedoso y emocionante para mí. La Navidad con nieve en el hemisferio norte! mi sueño hecho realidad.
La aldea del abuelo es hermosa, la casa llevaba un tiempo cerrada, pero siempre estuvo esperando que la vida la volviera a ocupar.
Regreso a la ventana, el vaho cubre el cristal y paso mi mano con el mismo cuidado y emoción con la que un niño abre un regalo, el viejo abeto del jardín se ha cubierto con un suéter blanco, el abuelo lo está observando también...




jueves, 21 de junio de 2018

Misterio resuelto

María y su hermano pequeño llegaban de la escuela y subían corriendo las escaleras que llevaban al desván. Allí estaba su mundo de misterios e imaginación.
Un viejo baúl guardaba en su interior los recuerdos de la familia, fotografías, papeles y documentos. Entre todos estaba la favorita de los dos niños, una imagen misteriosa y fascinante,  en ella se veían a unos caballeros vestidos con unas largas capas postrados frente a un altar.
Los niños hacían volar su imaginación:
-¡Seguro que eran los caballeros templarios!- decía emocionado el hermano pequeño.
-¡Seguro!- asentía María.


Pasáron los años y María ya era una mujer de mediana edad con su propia familia. La especial union con su hermano pequeño continuaba. Se habían citado en la antigua casa familiar. 
Subieron al desván con la misma emoción de cuando eran niños. Ahora ya estaba resuelto el misterio y debían hablar.
Se acercaron al centro de sus juegos, seguía allí, el baúl con sus secretos. Se emocionaron al abrirlo y al coger la fotografía en sus manos, parecía más secreta aún...
En la imagen, su bisabuelo estaba en un momento trascendental de su vida... no era un caballero templario, pero para ellos siempre lo sería...

jueves, 24 de mayo de 2018

Castillos, princesas y dragones

Los castillos nos fascinan, estas fortalezas cargadas de historias nos llevan a desarrollar nuestra imaginación.
No hace falta ser niño para imaginar caballeros con armaduras, princesas en apuros, y por qué no, fieros dragones.
Al cobijo de las murallas alzamos la vista y observamos a una bella dama de largas trenzas doradas, con la mirada triste. Vive encerrada sin poder salir a los hermosos jardines, el fiero dragón está acechando en el espeso bosque, ya ni siquiera puede pasear por las almenas, so pena de que la atrape y se la lleve volando entre sus fauces.
Bajamos la mirada hacia el puente levadizo y nos parece oír los cascos de un caballo, afinamos el oído y escuchamos ruido de pasos con el rechinar de una armadura, oh sí, el caballero lucha con el dragón para salvar a la princesa.
Una vez vencido el peligro el príncipe sube a liberar a la bella dama y vemos como ambos pasean por la galería del castillo.
Al salir nos cruzamos con numerosos visitantes y nos sorprende que ninguno se de cuenta del hermoso caballo blanco que está al final del puente...

 Fortalezas que nos llevan a imaginar historias y leyendas.

 Almenas y torres protegían la vida de sus habitantes.

 Bellas y sólidas construcciones.

 La vida en los castillos nos resulta fascinante.

 Muchas batallas, sin duda se vivieron entre estas piedras.

 Los espíritus de los antiguos moradores continúan entre las murallas...

 Misterios sin revelar favorecen la imaginación.

viernes, 23 de marzo de 2018

Sueño cumplido - Relato

La felicidad era el sentimiento que lo invadía todo.
Su sueño al fin estaba cumplido. Lo había conseguido. Mucho tiempo tras la ilusión de su vida.

Ahora, sentado en el sofá de su pequeño salón, al calor de los troncos que ardían en la chimenea, recordó su lucha:
Él era un urbanita, se sentía bien en la ciudad donde ejercía su trabajo, la comodidad y la vida de las urbes le gustaba. Pero los recuerdos y la añoranza regresaban a su mente con mucha frecuencia. Las vacaciones que disfrutaba con el abuelo en una pequeña casa de madera en medio del bosque. Las experiencias vividas en aquella naturaleza a la que tanto amaba y cuidaba su abuelo, no se olvidan jamás.
No había vuelto a la casa, ya no tenía ningún interés desde que él se fuera...
Un día su madre lo llamó y le dijo que el bosque iba a ser talado y al parecer el comprador pensaba derribar la casa del abuelo incluída en la compra. Desde entonces se volcó en parar el proceso, no podía permitirlo. Su condición de abogado fué de gran ayuda.
Fueron años de trámites, denuncias, documentos... hasta que al fin logró su propósito. La casa volvía a ser habitada y el bosque a salvo.

Desde la ventana contempló como el viento ondulaba las ramas de los árboles... supo que el espíritu del abuelo estaba tranquilo y en paz. 

viernes, 26 de enero de 2018

Pepa a Loba

Pepa a Loba (Pepa la Loba) fue una mujer bandolera en los bosques de Galicia.
Se relata entre la leyenda y la realidad. La tradición oral sirvió para transmitir la historia. Mi padre, nacido en Orense en cuyos bosques se forjó la leyenda, me narraba las vivencias de esta mujer indómita y combativa, del mismo modo que mi abuela se lo había contado a él. 
Esta es la versión de la historia que se relataba en mi familia, una entre las numerosas versiones de sus andanzas:
Pepiña era una niña nacida a finales del siglo XIX en un lugar de Galicia que nadie consiguió ubicar. La muerte de su madre la obligó a llevar una vida complicada, se quedó a cargo de una tía que no le demostraba el más mínimo afecto. Pepiña se convirtió en una pastora que se pasaba el tiempo en el monte con las ovejas y su perro Lueiro. 
Un día la niña de apenas doce años, defendió a sus ovejas del lobo que intentaba atacar a su rebaño, consiguiendo vencer al fiero animal con la ayuda de su perro. Ese día fue el comienzo de la leyenda...
Diversos dramas en su vida, con acusaciones falsas y estáncia en prisión incluída, la convirtieron en una especie de Robin Hood, capitaneando una banda de bandoleros en los bosques de Galicia.
Cuenta la leyenda que todo aquel que pasaba por el camino (en aquel tiempo los lugares de paso entre ciudades pasaban inexorablemente por los bosques) se encontraba con la banda de Pepa a Loba. Si era usurero, cacique o sacerdote se le sacaba todo el dinero, si era un hombre pobre que llevaba el poco dinero que había ganado para su família, no solo le permitia conservarlo, le añadía una bolsa con monedas para ayudar a su economía. Aquel que era un malvado o asesino, no tenía tanta suerte "home morto non fala" ("hombre muerto no habla") era su máxima.  
 Pepa a Loba, la Robin Hood gallega, fue una mujer de carne y hueso que dominó los bosques de Galicia con su inseparable perro Lueiro.

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Navidad feliz

Lucía vivía feliz con sus padres. La casa familiar estaba en medio del bosque. Era una niña generosa, amante de los animales y altruista, valores innatos que no era necesario enseñarle.
Esperaba con ilusión la época navideña. Con el bosque totalmente cubierto de nieve, no hacía falta talar un abeto para colgar adornos en casa, los copos de nieve son los más bellos colgantes que un árbol pueda tener.
Estaban a punto de ser unas navidades diferentes, desde luego que sí!
Asomada a la ventana, Lucía observaba el bello paisaje, la nieve poco a poco cubría el campo. La niña fijó su atención en la salida de la espesura del bosque, un pequeño animal corría asustado hacia la casa. Lucía cogió su abrigo y bajó corriendo las escaleras, al llegar al cobertizo vio a una pequeña cría de corzo, asustado y al parecer herido. Con cuidado se acercó al animal, este se arrinconó en la pila de leña, lo empezó a acariciar al tiempo que susurraba: 
-Tranquilo pequeño, te ayudaré.
Observó que tenía un corte en su pata delantera, no parecía ser grave. En ese momento su padre bajó al cobertizo a buscar leña. 
-Mira papá! un corzo pequeñito, está herido y asustado, tenemos que cobijarlo. 
Su padre respondió: 
-Debemos dejarlo marchar, su madre lo estará buscando.  
-No! tal vez esté muerta,  tenemos que cuidarlo papá. 
A regañadientes su padre accedió y lo metieron en el corral de las ovejas. La niña le habilitó un rincón separado de los demás animales, no sabía como reaccionarían ante un pequeño extraño. Acto seguido subió corriendo a la cocina donde su madre preparaba la cena de nochebuena, la puso al corriente de lo sucedido al tiempo que le pedía: 
-¿Le damos un poco de leche, mamá? 
-No creo que la leche de vaca le siente bien -respondió su madre -mejor un poco de hierba seca y pan.
La niña bajó feliz con unos trozos de pan seco. Al llegar al cobertizo el pequeño corzo se levantó en cuanto la vio llegar y acercándose olisqueó el pan sin comerlo. El papá de Lucía se había encargado de ponerle hierba fresca y también seca, pero el corcillo no parecía tener hambre. Estaba gordito, se podía ver que su mamá lo alimentaba bien.
Lucía se reunió con su padre y le preguntó:
-Papá, ¿le ponemos algo en la herida? 
-Ponle este cicatrizante que utilizo en las ovejas.
La niña corrió a colocar en la pequeña herida del animal la cura, después de forcejear levemente con él, que parecía querer jugar más que curarse.
Su madre la llamó desde casa, era la hora de la cena y a Lucía se le había pasado el tiempo volando. Después de celebrar la nochebuena la niña pidió permiso para bajar a ver como estaba el pequeño corzo. Al entrar en el corral vio que hecho un ovillo  parecía dormido. La hierba estaba revuelta pero no se había alimentado... 
-Echas de menos a tu mamá ¿verdad? dijo al tiempo que le acariciaba la cabeza, pensando, qué habría sucedido con mamá corzo. 

Esa noche Lucía apenas pudo conciliar el sueño. Se asomaba a la ventana y observaba con atención si algún movimiento en el cobertizo delataba la presencia de un animal, pero nada indicaba que la madre viniera en busca del hijo.
A la mañana siguiente el sol brillaba sobre la blancura del bosque. Lucía bajó corriendo al corral y sacó al corcillo que parecía triste, la niña se apenó y reflexiono en voz alta:
-¿Qué vamos a hacer contigo pequeño? sin tu madre estás solo y desamparado. 
Siguió acariciando su cabecita y mirándolo con lástima. 
La niña subió a casa para ayudar a su madre con las tareas, era el día de Navidad y llegaban familiares para la celebración. Ya en su habitación, terminó de arreglar el cuarto y se asomo a la ventana, tenía una vista privilegiada de su querido bosque. El corazón se quedó parado de la emoción!
Frente a la valla del cobertizo mamá corzo olisqueaba el hocico de su pequeño.
Lucía bajó las escaleras de dos en dos. Emocionada se acercó al corral al tiempo que el animal adulto se asustaba y escapaba hacia el bosque.
-¡Espera, espera, ahora le abro la puerta! 
Veloz, liberó al pequeño, este corrió hacia su madre que lo esperaba en el inicio del bosque. Ya  juntos, volvieron su mirada hacia la niña, y al tiempo se perdieron en la espesura.
Lucía dejó escapar unas lagrimas, eran de emoción. No podía haber tenido un día de Navidad más feliz.  
  

viernes, 8 de diciembre de 2017

Aquellas nevadas...

Me asomo a la ventana y observo como cae la nieve con intensidad. Recuerdo otras nevadas, otros años...

Hace tiempo que dejé la aldea de mi niñez. Me gusta recordarla cubierta de nieve, los niños vivíamos felices jugando en el manto blanco. Unos tablones de madera hacían las veces de snowboard cuando aun no existía ese deporte. Buscábamos las alturas para deslizarnos felices ladera abajo. La felicidad y la inocencia de la niñez contrastaba con la preocupación de los adultos, que sabían que de seguir nevando con intensidad la aldea se quedaría aislada varios días, impidiendo la llegada de alimentos y posibles ayudas para emergencias médicas. Los helicópteros en la actualidad solventan estas situaciones de urgencias sanitarias. 

Los niños estaban para disfrutar, las preocupaciones ya llegarían con la edad adulta. Seguíamos jugando, el frío no era problema, no lo sentíamos! Las batallas de bolas de nieve eran habituales y divertidas, ay de aquel que no tuviera agilidad para evitar el impacto, dolía!

Continuo recordando... ya cobijada bajo el calor de las mantas, cerraba los ojos y pensaba en los numerosos animales que en los montes sufrían la intemperie,  vacas, caballos, corzos, lobos, zorros... a los conejos los imaginaba a buen recaudo y calentitos en sus madrigueras, por lo tanto no estaban entre mis desvelos.

Mi abuela me relataba las condiciones duras de inviernos anteriores. Ella decía que aquellas sí que eran nevadas... cuando el pueblo se quedaba aislado durante semanas. Los habitantes se preparaban haciendo acopio de leña suficiente, carne en salazón y embutidos en abundancia, supervivencia en condiciones extremas. Ahora, con la perspectiva de los años, inmersa en mis recuerdos, al igual que mi abuela pienso, que aquellas sí que eran nevadas...


sábado, 4 de noviembre de 2017

El castaño sabio

                                     


Empecé a amar la naturaleza desde corta edad. Mi abuelo me inició llevándome con él a recoger castañas.
El abuelo quería tanto a esos árboles, los había plantado cuando era joven, los cuidaba con esmero y ellos a cambio le ofrecían sus frutos.
Yo le acompañaba feliz y con mis pequeñas manos recogía las castañas, que previamente el abuelo se ocupaba de separar de su picante envoltorio, con sus mágicos zapatos.
En el límite del castañar estaba el árbol sabio, así le llamaba el abuelo. Recorríamos en círculos toda la finca hasta que emocionado llegaba a verlo. Ahí estaba! con su ojo mágico que parecía reconocerme en cuanto me acercaba. El abuelo me decía: "Es el castaño con más años y experiencia del castañar. Allá muy dentro de su tronco tiene un corazón. Sabe que lo cuidas y claro que siente cuando te acercas"

El castaño sabio de gran corazón me vio crecer paseando con el abuelo por muchos años. Pero llegó una temporada de recogida de castañas y ese año ya no tuve los zapatos mágicos que separaban las castañas de su picante envoltorio... Esta vez sonaban dos pisadas solitarias sobre las hojas secas... al llegar al castaño del corazón guardado en su tronco, su ojo acompañó mis lágrimas con unas gotas de savia deslizándose suavemente por su corteza...

Pasó el tiempo y de nuevo sonaron más pisadas sobre las hojas, unas pequeñas manos recogen castañas, que previamente unos mágicos zapatos separan de su envoltorio picante. Recorremos en círculos toda la finca y llegamos emocionados a su lado.  Ahí está! con su ojo mágico que parece mirarnos. Siento apretar mi mano y digo: "Sabe que lo vas a cuidar y te reconoce cuando te acercas. ¿Y sabes otra cosa? allá muy dentro de su tronco tiene un corazón...


jueves, 26 de octubre de 2017

Samhain

Halloween, Samhain en mi tierra. En estos días celebramos la noche de difuntos, una noche misteriosa donde el mundo de los vivos y los muertos parece unirse.
Los celtas, antepasados nuestros, celebraban el Samhain con numerosos rituales. Seguimos conservando la tradición de colocar calabazas preparadas en forma de calaveras con velas en su interior, en cruces de caminos y el exterior de las casas. En mi niñez se contaban historias  de terror que se escuchaban al abrigo de la chimenea cobijados bajo una manta que solo dejaba los ojos al descubierto...
Me permito la licencia de relatar una de esas historias en el idioma gallego.


                                             O HOME DO SACO
Fai moitos anos, os nenos das aldeas e tamén das cidades, vivían aterrorizados.
Na escuridade da noite merodeaba o home do saco, un ser medio home medio lobo, un verdadeiro asesino de nenos.
A consigna era que os nenos non podían sair da casa unha vez que escurecera. Ai de aquel que fora atrapado.. o seu fin sería terrible.
Contábase, que cando collía un neno, metíao  nun saco, o mataba e sacaballe o sebo, ou unto, para logo vendelo para diferentes usos.
Eran tempos difíciles en que a vida dos nenos apenas tiña valor... só para a suas familias.
Durante moitos anos o home do saco estivo atemorizando os nenos galegos. Hoxe en día o seu relato segue causando arrepios... regresando as nosas mentes na noite do Samhain.