La lluvia, el sol, las semillas, el tiempo y dejar que la naturaleza se haga cargo...
Un principio Zen, que todos los que estamos en contacto con la tierra deberíamos aplicar, se trata de seguir los ritmos de la naturaleza con sus tiempos y su compás.
No debemos acelerar el crecimiento de las plantas para cosechar cuanto antes, eso implicaría utilizar fertilizantes y demás productos químicos. Tendríamos nuestros frutos mucho antes, pero artificialmente, a costa de nuestra salud y la del Planeta.
Practicar la agricultura ecológica dejando que la naturaleza se tome sus tiempos, tratando de intervenir lo menos posible. En casa lo hacemos así, he dejado que en el huerto nazcan las semillas que caen de las plantas y tengo una mezcla de flores y verduras que se protegen unas a otras. Diríamos, que mi huerto tiene establecidas sus propias normas de convivencia con sus habitantes, animales y plantas.
La naturaleza nos sirve de ejemplo de tolerancia, en estos tiempos difíciles en tantas partes del mundo.
El huerto a poco que lo ayudemos, es muy agradecido y se gestiona solo.
Los polinizadores, muy importantes, sin ellos no hay frutos.
La gran satisfacción de recoger productos naturales,
Tenemos colmenas cerca del huerto, si podéis tener al menos una, no lo dudéis.
Suelo dejar que algunas plantas suban a flor y se produzcan semillas, que darán nuevas al caer al suelo.
La asociación de flores y frutos, beneficia a ambos.
Blog personal de Tania López sobre naturaleza, bosques, huerta, jardín y relatos
domingo, 29 de enero de 2017
jueves, 26 de enero de 2017
Sonidos y recuerdos
Los sonidos de la naturaleza relajan y son capaces de influir en los sentimientos, nos transportan a un momento feliz.
El murmullo del agua nos hace recordar nuestra infancia, cuando nos bañábamos en el río de nuestro pueblo. Los juegos a sus orillas eran la felicidad de nuestra niñez.
El canto de un pájaro favorece la concentración y nos transporta hasta aquel recuerdo... el día que encontramos un polluelo caído de su nido, al que ayudamos a levantar el vuelo.
La suave brisa moviendo las hojas, nos lleva hacia aquel otoño... cuando veíamos disfrutar a nuestro perro retozando en la hojarasca, sonreímos recordándolo, ahora sí, ya podemos hacerlo sin llorar.
La nieve absorbe el ruido a nuestro paso y en su silencio, recordamos aquellos inviernos al abrigo de una manta, mientras fuera caían los copos con fuerza, y la abuela nos hablaba de sus propios recuerdos a modo de cuentos "aquellas si que eran nevadas..." solía terminar sus relatos. Relatos que hablaban de lobos y grandes nevadas... nos acurrucábamos calentitos, mientras la noche caía sobre el manto de nieve.
Los pasos sobre la nieve, suenan a niñez y juegos.
Los ríos, evocadores de veranos y vacaciones.
Rescatar a un vulnerable pajarito siempre es gratificante.
Con la nieve volvemos a ser niños y a escuchar los relatos de la abuela...
El murmullo del agua nos hace recordar nuestra infancia, cuando nos bañábamos en el río de nuestro pueblo. Los juegos a sus orillas eran la felicidad de nuestra niñez.
El canto de un pájaro favorece la concentración y nos transporta hasta aquel recuerdo... el día que encontramos un polluelo caído de su nido, al que ayudamos a levantar el vuelo.
La suave brisa moviendo las hojas, nos lleva hacia aquel otoño... cuando veíamos disfrutar a nuestro perro retozando en la hojarasca, sonreímos recordándolo, ahora sí, ya podemos hacerlo sin llorar.
La nieve absorbe el ruido a nuestro paso y en su silencio, recordamos aquellos inviernos al abrigo de una manta, mientras fuera caían los copos con fuerza, y la abuela nos hablaba de sus propios recuerdos a modo de cuentos "aquellas si que eran nevadas..." solía terminar sus relatos. Relatos que hablaban de lobos y grandes nevadas... nos acurrucábamos calentitos, mientras la noche caía sobre el manto de nieve.
Los pasos sobre la nieve, suenan a niñez y juegos.
Los ríos, evocadores de veranos y vacaciones.
Rescatar a un vulnerable pajarito siempre es gratificante.
Astro y el otoño, siempre en nuestro recuerdo...
Con la nieve volvemos a ser niños y a escuchar los relatos de la abuela...
domingo, 15 de enero de 2017
El bosque duerme...
Por motivos personales he espaciado mi ritmo habitual en el blog.
Lo retomo ya entrados en el invierno, cuando el bosque parece dormido... los árboles han perdido sus hojas, que permanecen formando un manto acogedor y calentito, bajo el que se esconde la vida latente esperando la primavera. Las semillas con su corazón de vida, darán nuevos brotes, que se convertirán en arbustos y árboles, que alimentarán a los animales que ahora cobijados en sus refugios invernales, esperan a mejores temperaturas para a su vez, poblar el bosque de nuevos habitantes y que el ciclo de vida vuelva a comenzar.
Me gusta especialmente "escuchar" el silencio del bosque, parece como si respetara el sueño de sus moradores... Todos deberíamos aprender de la naturaleza y seguir sus ritmos de descansos y actividad, claro que en nuestra sociedad eso es difícil, pero estoy convencida de que los pueblos que viven en contacto con bosques y naturaleza son mucho más felices, con menos posesiones y bienes materiales que el resto.
Para conseguir esos "bienes" que al parecer nos hacen más felices, hemos industrializado el Planeta mermando los bosques, en consecuencia, el cambio climático es evidente. El mayor ejemplo es este invierno tan atípico que estamos sufriendo, escaso de lluvias en unos Continentes y con lluvias torrenciales en otros.
Volvamos la mirada al bosque y copiemos su sabiduría ancestral.
Shhh! silencio, se duerme.
El manto de hojas bajo el cual continua la vida.
Las coníferas dan color al bosque.
A pesar de la falta de lluvias los campos permanecen verdes.
Las aves rapaces al acecho de algún alimento.
las bayas, alimento básico de muchos animales en invierno.
El las orillas de los ríos los árboles mantienen sus hojas.
Las noches de luna llena, una imagen mágica del bosque.
Lo retomo ya entrados en el invierno, cuando el bosque parece dormido... los árboles han perdido sus hojas, que permanecen formando un manto acogedor y calentito, bajo el que se esconde la vida latente esperando la primavera. Las semillas con su corazón de vida, darán nuevos brotes, que se convertirán en arbustos y árboles, que alimentarán a los animales que ahora cobijados en sus refugios invernales, esperan a mejores temperaturas para a su vez, poblar el bosque de nuevos habitantes y que el ciclo de vida vuelva a comenzar.
Me gusta especialmente "escuchar" el silencio del bosque, parece como si respetara el sueño de sus moradores... Todos deberíamos aprender de la naturaleza y seguir sus ritmos de descansos y actividad, claro que en nuestra sociedad eso es difícil, pero estoy convencida de que los pueblos que viven en contacto con bosques y naturaleza son mucho más felices, con menos posesiones y bienes materiales que el resto.
Para conseguir esos "bienes" que al parecer nos hacen más felices, hemos industrializado el Planeta mermando los bosques, en consecuencia, el cambio climático es evidente. El mayor ejemplo es este invierno tan atípico que estamos sufriendo, escaso de lluvias en unos Continentes y con lluvias torrenciales en otros.
Volvamos la mirada al bosque y copiemos su sabiduría ancestral.
Shhh! silencio, se duerme.
El manto de hojas bajo el cual continua la vida.
Las coníferas dan color al bosque.
A pesar de la falta de lluvias los campos permanecen verdes.
Las aves rapaces al acecho de algún alimento.
las bayas, alimento básico de muchos animales en invierno.
El las orillas de los ríos los árboles mantienen sus hojas.
Las noches de luna llena, una imagen mágica del bosque.