El bosque... parece solitario y silencioso, pero en su interior fluye la vida. Los animales y plantas que lo habitan son esenciales y primordiales. Ellos, a diferencia de los humanos, viven y respetan. ¡Cuánta vida se esconde en la frondosidad! Los que vemos, y los que escondidos e invisibles forman parte de la cadena de la biodiversidad.
En estos días de pleno verano, cuando contemplamos con el corazón angustiado, como el ser humano arrasa sin inmutarse bosques enteros con toda esa vida dentro, más valor damos a la mucha otra gente, que trata por todos los medios de salvaguardar y proteger el patrimonio de todos nosotros y de los que vendrán en el futuro.
Todos y cada uno, de los insectos, tiene su función en la cadena de la vida.
Una bella pareja de tórtolas.
Los terroristas de los bosques ( los incendiarios no pueden tener otro nombre) en su inconsciencia, no saben hasta que punto hacen un daño irreparable a la humanidad, dejando sin hábitat a tantos animales.
El erizo cobijado en su envoltorio de púas, espera al anochecer para actuar con tranquilidad.
Polinizadores, vitales para la vida de nuestro planeta.
Cuando cae la noche los sonidos se intensifican, las criaturas nocturnas, búhos, murciélagos... encuentran su momento de alimentarse.