Se termina el verano y cuando se va acercando su final llegan las esperadas lluvias.
El campo, los bosques, los ríos y embalses ya no soportaban tanta sequía. Mi tierra, siempre verde, parece una estepa amarillenta y seca. Es en estas épocas cuando apreciamos y agradecemos el inmenso valor del agua, un elemento vital que tenemos que aprender a perservar sin malgastar. El ser humano se olvida pronto de la importancia de cuidar el medio ambiente y saber gestionar el uso y abuso que hacemos en nuestra vida diaria de un bien tan escaso. Espero que esta vez hayamos aprendido la lección.