viernes, 26 de enero de 2018

Pepa a Loba

Pepa a Loba (Pepa la Loba) fue una mujer bandolera en los bosques de Galicia.
Se relata entre la leyenda y la realidad. La tradición oral sirvió para transmitir la historia. Mi padre, nacido en Orense en cuyos bosques se forjó la leyenda, me narraba las vivencias de esta mujer indómita y combativa, del mismo modo que mi abuela se lo había contado a él. 
Esta es la versión de la historia que se relataba en mi familia, una entre las numerosas versiones de sus andanzas:
Pepiña era una niña nacida a finales del siglo XIX en un lugar de Galicia que nadie consiguió ubicar. La muerte de su madre la obligó a llevar una vida complicada, se quedó a cargo de una tía que no le demostraba el más mínimo afecto. Pepiña se convirtió en una pastora que se pasaba el tiempo en el monte con las ovejas y su perro Lueiro. 
Un día la niña de apenas doce años, defendió a sus ovejas del lobo que intentaba atacar a su rebaño, consiguiendo vencer al fiero animal con la ayuda de su perro. Ese día fue el comienzo de la leyenda...
Diversos dramas en su vida, con acusaciones falsas y estáncia en prisión incluída, la convirtieron en una especie de Robin Hood, capitaneando una banda de bandoleros en los bosques de Galicia.
Cuenta la leyenda que todo aquel que pasaba por el camino (en aquel tiempo los lugares de paso entre ciudades pasaban inexorablemente por los bosques) se encontraba con la banda de Pepa a Loba. Si era usurero, cacique o sacerdote se le sacaba todo el dinero, si era un hombre pobre que llevaba el poco dinero que había ganado para su família, no solo le permitia conservarlo, le añadía una bolsa con monedas para ayudar a su economía. Aquel que era un malvado o asesino, no tenía tanta suerte "home morto non fala" ("hombre muerto no habla") era su máxima.  
 Pepa a Loba, la Robin Hood gallega, fue una mujer de carne y hueso que dominó los bosques de Galicia con su inseparable perro Lueiro.

viernes, 19 de enero de 2018

El bosque está desnudo

Los árboles se han desprendido de sus vestimentas, el bosque está desnudo.
Algunas hojas quedan aún prendidas de alguna rama, como resistiendose a formar parte de la alfombra que cubre el suelo.
El bosque parece más vulnerable con sus secretos al descubierto, rincones que permanecían ocultos a nuestros ojos, ahora son visibles durante un tiempo.
Las yemas de las hojas asoman como verdes promesas, que devolverán a nuestros bosques sus coloridos vestidos.

 El bosque en su sueño de invierno.

 Parecen desprotegidos y vulnerables.

 Los brotes prometen color en el bosque.

 Nunca falta el verde, ni en lo más duro del invierno.

 La belleza queda al descubierto durante un tiempo.

sábado, 13 de enero de 2018

Mágico atardecer

Ningún atardecer es igual a otro. Cuando el sol llega al horizonte, marca el límite y la combinación de colores y matices.
La belleza de una puesta de sol es un espectáculo que puede ser contemplado por todos, nadie puede llevarse un amanecer o un atardecer a casa para colgarlo en la pared.
El momento en que la luz del día se va apagando para dar paso a la noche y el sol se va escondiendo timidamente hasta desaparecer, sigue siendo un momento mágico que debemos aprender a disfrutar.

 Los colores son diferentes en cada puesta de sol.

 El sol parece ocultarse timidamente.

 Los atardeceres son más bellos con las nubes tamizando los colores.

 En invierno el horizonte adquiere dramatismo.

 Subir a una colina y admirar el atardecer es sumamente relajante.

 Colores diversos en la paleta de la naturaleza.

domingo, 7 de enero de 2018

"La lluvia es arte"

Vivo en un país que necesita el agua tanto como el aire.
Dicen que en Galicia "La lluvia es arte" lo cierto es que nuestra tierra granítica no retiene el agua, por lo tanto la lluvia constante forma parte de nuestra esencia. Podríamos decir que el paraguas es una parte de nuestro cuerpo.
Los últimos meses hemos padecido un extrema sequía, los incendios de este verano arrasaron nuestro patrimonio forestal y el paisaje adquirió un triste tono negruzco. Afortunadamente las lluvias han regresado, intensas en algún momento, las grandes borrascas que llegan por el Atlántico tienen nombre propio (Ana, Bruno...)
Ya todo vuelve a la normalidad, los campos están verdes, los ríos bajan con caudal abundante y los gallegos volvemos a utilizar nuestro tercer brazo.
La lluvia tiene tanta entidad e importancia que tenemos varios nombres para definirla, orballo: fina y persistente, poalla: lluvia menuda y poco intensa, bátega: lluvia repentina e intensa, y otros muchos que forman parte de nuestro vocabulario habitual.
Sea como fuere, necesitamos la lluvia en cualquiera de sus formas, bienvenida sea.

 El agua, elemento vital en mi tierra.

 Nuestro paisaje vuelve a ser verde.
 Arte en forma de gotas.

 El sonido de las cascadas es relajante.

 Cauces suaves al término del río.
El agua baja con fuerza entre las rocas.

Pureza y vida que debemos cuidar con esmero y no malgastar.
 Las cascadas (fervenzas en mi idioma) nacen en las montañas y forman los hermosos ríos de nuestros valles.