La ardilla Ardy se afanaba en recoger nueces y bellotas del bosque. Un montón de frutos se agolpaba a la entrada de su refugio. Un hueco en el tronco de un viejo roble servía de vivienda a la ardilla desde hace años.
Su vecino el buho Uho la observaba desde lo alto del roble, su vivienda estaba situada un poco más alta que el hogar de Ardy, compartían el viejo roble, su casa también era acogedora y cálida. Ardy lo vió y le dijo:
-Buenos días Uho!
-Buenos días Ardy! respondió el buho.
-Parece que va a empezar a caer nieve- siguió diciendo la ardilla. -Voy a meter mis provisiones en casa, espero que me dé tiempo, si la nieve las cubre ya no me servirán.
Uho se había dedicado toda la noche a cazar y tenía la despensa llena. Ahora su intención era tumbarse a descansar dentro de su casa, por eso le contestó a modo de disculpa:
-Tengo que ordenar mi despensa, de buena gana te echaba una mano, pero no puedo- Y acto seguido se metió dentro.
Ardy observó el montón de bellotas y nueces y suspiró resignada, tendría que apurar el trabajo. Empezó a coger las provisiones que podía abarcar y trepar por el tronco hasta su refugio. Mientras ascendía un copo grueso de nieve cayó sobre su hocico, y luego otro y otro y otro... así hasta que un manto blanco empezó a cubrir el bosque.
Uho dormía placidamente sobre una mullida cama de hojas secas cuando una ráfaga de ventisca fría llevó copos de nieve hasta su pico. - Vaya!- exclamó, se había olvidado de cerrar la puerta y al levantarse a cerrarla vio la gran nevada que empezaba a cubrir el bosque. Se asomó y vio a su vecina afanada en guarecer sus provisiones, sintió lástima y voló hasta el suelo.
-Vengo a echar una mano- le dijo. Con sus alas apartó la nieve que cubría las bellotas y nueces. Cogía en sus garras un fruto y volaba hasta la casa, la ardilla trepaba con dos. Al poco rato ya estaba todo el montón a buen resguardo.
-Muchas gracias, vecino, sin tu ayuda no lo habría conseguido- dijo agradecida Ardy.
-Perdona, pude hacerlo antes- confesó Uho - pero estaba cansado y me acosté un rato.
-No importa- siguió diciendo la ardilla -lo importante es la acción final.
Si entre todos nos ayudamos cuando es necesario, los problemas se resuelven más facilmente.