Cuando en un año de sequía como el actual, comienza a escasear, nos damos cuenta del valor que tiene. Sin agua no habría vida en la tierra, ni animal, ni vegetal.
Al admirar un bosque parémonos, y pensemos que sería de nosotros sin agua... al llegar a casa tomemos conciencia en pequeñas cosas: no dejar correr el grifo, no tirar continuamente de la cisterna, regar con moderación, pequeñas cosas que entre todos contribuyen a paliar el derroche. Pensemos en tantos países que no tienen ni para cubrir sus necesidades básicas. Somos privilegiados y solo lo echamos en falta cuando escasea el preciado líquido.
En casa valoramos y protegemos el arroyo que pasa por nuestra finca.
Sin agua no hay vida.
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