Este cuento va dedicado, a mis sobrinos Samuel y Mateo.
Parecen osos de peluche, pero en realidad son marsupiales.
Dos koalas vivían en un gran bosque de eucaliptos ( tiene que ser grande, pues necesitan una media de cien árboles para cada koala, durante su ciclo vital ) Dos amigas que se visitan y cuentan su día a día :
- ¿ Puedo subir un momento a tú árbol ? - preguntó Ala, a Koa, que estaba en las ramas de su eucalipto.
- Vale, sube. pero ten cuidado con tu hijo, no te vaya a caer - contestó Koa desde arriba.
- Pierde cuidado. Cierro los músculos de mí barriguita, y ya no puede salir de la bolsa.
Y Ala abrió la bolsa situada en su abdomen, y echo un vistazo a su pequeño que dormía placido y calentito. Se aseguró de activar el musculo de seguridad que evita que la bolsa se abra. Después, trepó hasta lo alto de la copa, donde estaba su amiga.
- ! hola ! - saludó - Ya veo que tu pequeño está crecidito, ha pasado de la bolsa a tu espalda.
- Sí, ya tiene seis meses, y va conmigo a todos los sitios.
- ! Qué bien ! así es más cómodo.
- Bueno, tampoco nos movemos mucho de aquí - siguió diciendo Koa.
- Siento molestarte en tu siesta, pero me aburría un poco en mí árbol y me dije, voy a visitar a Koa.
- Jajaja, ¿ siesta, decís ? - escucharon risas que venían del árbol vecino.
- Jajaja siesta . . . si pasáis dieciocho horas seguidas durmiendo - siguió a carcajada limpia, una lechuza, desde el árbol de al lado.
-Indignadas, las dos koalas se miraron, y Koa contestó :
- ¿ Quién eres tú para decir tal cosa ?
- Una que trabaja. Vosotras dormís todo el día y apenas bajáis de los árboles - siguió criticando la lechuza - Un poco vagas sois.
- Estás muy equivocada - contestó Ala enfadada - Si dormimos tanto - continuó - no es por vagas, si no para ahorrar energía.
- ! Cierto ! Y tú lo que haces es acechar por la noche, cuando comemos, para molestarnos, o quien sabe con que otras intenciones malvadas !
Y la lechuza se fue por donde había venido.
- A ver si se va y no vuelve - dijo con alivio Koa.
- Qué manía de molestar - siguió diciendo Ala.
- Lo peor es que, cuando por la noche estamos tranquilas alimentándonos, nos acecha con malas intenciones.
- Sí, y durante el día se atreve a criticar nuestro modo de vida.
- Bueno, que se vaya bien lejos - dijo Koa.
- Ella también duerme siestas importantes durante el día. Que no critique tanto.
- Hablando de todo, veo que aun tienes suficientes hojas y cortezas en tú árbol.
- Sí, es grande, da comida suficiente para mi hijo y para mí.
- Claro, tu pequeño ya come. El mío todavía lo alimento yo.
Y el pequeño koala, como percibiendo que hablaban de él, asomó su cabecita desde el saquito abdominal de su mamá.
- Tendré que buscar un eucalipto más grande - dijo Ala - para que podamos alimentarnos los dos.
- Es buena idea - le dijo Koa cogiendo a su hijo para que se despidiera de los vecinos.
- ! Ah ! como se nota que come bien - dijo Ala - ya huele a caramelos de la tos.
- Sí, jajaja, a eso dicen que olemos.
- ¿Te ayudamos a bajar ? se ofreció Koa.
- No gracias - contestó Ala, activando el musculo de cierre del saquito donde estaba su pequeño -nuestras garras nos permiten bajar sin problemas.
- Bueno, gracias por la visita- agradeció Koa.
- No hay de qué. y perdona por molestar en la siesta.
- No te preocupes, tenemos el resto del día para descansar.
Y al tiempo que bajaba, Ala pensó que ese era un hermoso eucalipto, con abundante comida. Koa había tenido suerte encontrándolo. Y mirando, vio a unos metros un buen ejemplar, adecuado, ahora que su pequeño iba a pasar de la bolsa a su espalda. Y por lo tanto necesitaría hojas y cortezas para dos.
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