Los paisajes de Galicia agradecen mucho la lluvia. El verde característico compensa con creces, la melancolía que suele acompañar a la llovizna pertinaz. Por esa misma razón, los gallegos que viven fuera, echan de menos su tierra y tienen
" morriña " de sus paisajes. Los que tenemos la suerte de vivir aquí permanentemente, no sufrimos esa nostalgia.
Los últimos temporales, han conseguido que los ríos aumenten su caudal.
Nuestro patrimonio en bosques es digno de admirar y conservar.
Para tener estos paisajes verdes, tenemos que saber apreciar la lluvia constante.
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