El proceso comienza en las flores, las abejas absorben el néctar con la trompa, lo introducen en su buche y gracias a las encimas de las propias abejas, lo convierten en una pasta que luego, de vuelta a la colmena entregan a las obreras. Estas lo depositan en su buche e inician el proceso de deshidratación, desenbúchan una parte de la pasta dejándola secar al aire en su boca, la vuelven a tragar y mezclar con el resto, repiten esta operación una y otra vez hasta quedar una sustancia viscosa. Una alquimia natural única y propia de las abejas. La extienden sobre las celdas de los panales, donde se condensa debido a la temperatura ( unos 35ºC ) durante el proceso de deshidratación del néctar, las abejas ventiladoras crean corrientes de aire, para bajar la temperatura en el interior de la colmena.
Cuando las abejas comprueban que la miel está lista para ser guardada, sellan las celdas con una fina capa de cera, este proceso se llama opercular, y es la señal que indica a los apicultores de que la miel está lista para la recolección.
Cuando disfrutemos de una rica miel, valoremos el inmenso trabajo que realizan estos valiosos insectos.
Aquí empieza todo el proceso, en los nectareos de la base de los pétalos.
Las abejas extraen el néctar, utilizando la trompa que se aprecia en la foto de abajo.
El néctar es una solución acuosa formada por azucares, aminoácidos, minerales y compuestos volátiles.
El operculado conserva la miel en perfecto estado durante mucho tiempo.
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